Materiales puros, dotados de una sensualidad táctil, con colores que recuerdan al mundo natural. En el diseño de interiores, desde el ámbito residencial al contract, se aprecia una tendencia orientada a la estética de lo verosímil, donde la materia se presenta con sus características innatas, incluso enfatizadas en clave sensorial mediante motivos estructurados y superficies irregulares con un aspecto artesanal que da ganas de tocarlas. Recientemente hemos asistido al gran regreso del cotto, aplicado a las paredes y el suelo. Bien acogido por su presencia arraigada en la historia arquitectónica del Mediterráneo, el cotto cuenta con un rico patrimonio de esquemas de colocación, elaboraciones y formatos en los que inspirarse. Siempre ha representado una expresión del territorio donde nace, que transfiere al material las tonalidades particulares de las arcillas y la composición intrínseca de las arenas.
Desde la vuelta al cotto inicial, con las tonalidades cálidas más habituales, la experimentación estética se ha ido articulando en una paleta cromática más amplia, apostando también por colores fríos que se adaptan mejor al interiorismo contemporáneo, lofts en antiguos entornos industriales y edificios urbanos de aspecto minimalista como las grandes arquitecturas acristaladas. Aunque el color se acerca más al del cemento, la sensación táctil y la textura son las del cotto: arenoso, matérico, destonificado y profundo. Las tonalidades frías de las arcillas abren las puertas a un diseño inédito: aplicaciones que van más allá del entorno residencial, en usos tanto interiores como exteriores, o incluso en contraste en los estilos arquitectónicos más clásicos, hallando en la estética familiar de este material —presentado en un distinto color— un elemento diferenciador y de interpretación cromática de los ambientes.
Marazzi representa esta tendencia con la colección Slow Cold, siguiendo a la anterior Slow que, a su vez, revisa la tradición del cotto. Los colores Cemento, Salvia, Piombo, Gesso, Nebbia y Cromo traducen una paleta sofisticada pero fácil de utilizar, tono sobre tono entre elementos de la misma colección o coordinados con otros materiales que van del metal a la piedra, del cemento, las resinas y los productos artificiales a las variantes naturales de la madera.
La interpretación de la tradición del cotto y las arcillas también se extiende en vertical. Desde tiempos antiguos, en los países de la cuenca mediterránea se utilizaba la tierra para crear particiones, celosías y paredes opacas, tridimensionales y arenosas. Los ecos de estos usos llegan hasta los motivos contemporáneos del gres porcelánico, el cual pretende enfatizar la expresividad matérica y la trabajabilidad de las arcillas. Es lo que ocurre con Slow Wall de Marazzi, que propone dos soluciones estructurales y una decoración en dos colores cálidos y otros dos fríos, que forman parte de las colecciones Slow y Slow Cold. Con este revestimiento de paredes es posible construir boiseries y paredes con superficies irregulares o con esquemas de colocación multidireccionales tanto en sentido horizontal como vertical. Los motivos tradicionales, como el enrejado de los antiguos henares, encuentran aquí una estética contemporánea y nuevas aplicaciones en el diseño de interiores.