El sistema de fachada ventilada es la tecnología más eficaz de revestimiento exterior de los edificios a la hora de resolver los problemas de protección contra la humedad y los agentes atmosféricos, así como de aislamiento térmico y acústico.
Fachadas ventiladas

El sistema garantiza las mejores prestaciones térmicas e higrométricas sin interferir en la vida interna del edificio y sin alterar sus acabados interiores. Entre las razones de su creciente difusión se encuentra el fuerte incremento del ahorro energético, unido a la mejora del bienestar residencial.
Está formada por una estructura multicapa que activa un proceso continuo de ventilación natural a lo largo de la fachada, lo que elimina el exceso de humedad y contribuye a refrescar el local en verano y a controlar la dispersión térmica en invierno. Además, brinda la posibilidad de aprovechar el excelente potencial estético del paramento de revestimiento, lo cual permite afrontar incluso desafíos proyectivos de gran dificultad, dejando una considerable libertad de composición a los proyectistas.
La pared ventilada está formada por tres elementos fundamentales denominados «capas funcionales»:
1 Aislamiento térmico aplicado en el exterior del muro cortina
2 Subestructura de soporte del revestimiento exterior.
3 Paramento exterior separado del aislante mediante una cámara de aire de varios centímetros de profundidad.

• Mayor confort térmico
• Aislamiento acústico
• Eliminación de la condensación
• Valorización estética de las fachadas
• Protección contra los agentes atmosféricos
• Estabilidad térmica de las estructuras
• Eliminación de puentes térmicos
• Facilidad de mantenimiento
• Ventajas fiscales por ahorro energético
Funcionamiento Termotécnico
El principio fundamental en el que se basa el funcionamiento termotécnico del sistema es el denominado «efecto chimenea», que se consigue dejando una cámara de varios centímetros de profundidad entre el muro perimétrico del edificio (revestido con una capa de material aislante) y el paramento exterior de protección. A causa del calor irradiado por el revestimiento exterior, en el interior de la cámara disminuye la densidad del aire, el cual asciende creando una corriente de ventilación natural de abajo arriba. Este movimiento del aire es prácticamente insignificante en invierno, cuando la radiación solar incidente sobre la fachada es mínima, pero adquiere gran relevancia con la llegada del verano.
En este caso, mientras una parte de la radiación térmica incidente sobre el revestimiento es reflejada hacia el exterior, el flujo de aire elimina buena parte del calor que penetra en la cámara y reduce en gran medida la absorción térmica del edificio y la acumulación de humedad en los muros perimétricos. En ambas estaciones, la pared ventilada se convierte en una capa de protección dotada de gran inercia térmica: en verano crea un desfase de la onda térmica (es decir, pasa menos calor por conducción al edificio y esto solamente ocurre durante el horario nocturno, en el que la temperatura es más reducida), mientras que en invierno alarga el tiempo de enfriamiento del muro perimétrico.

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