Viale Monza 273

Un conjunto de apartamentos pensado para satisfacer las exigencias de la vivienda actual: amplios espacios exteriores y en continuidad funcional con los espacios de la casa, eficiencia energética y acabados tan hermosos como resistentes al desgaste y a los agentes atmosféricos. El ingeniero Simone Dominoni de Milán realiza de nueva planta un edificio residencial de veintidós unidades inmobiliarias en el número 273 de Viale Monza, con doble fachada y dos entradas: una peatonal en Viale Monza y un vado permanente en la calle lateral, Via Pelitti. Está constituido por un sótano y cinco plantas además de la baja, donde se alternan fachadas ventiladas revestidas con gres porcelánico en el formato de 60 x 120 cm y paredes aisladas térmicamente mediante una envoltura. En la planta baja, además del vestíbulo de la entrada principal y del acceso a las varias escaleras, se desarrollan un gimnasio comunitario y otros espacios funcionales, como un aparcamiento de bicicletas y numerosos trasteros. Un jardín comunitario con bellas plantas valoriza las partes compartidas.

“La idea del proyecto”, explica Dominoni, “era maximizar los exteriores, tanto particulares como comunitarios, de manera funcional. La planimetría se ha estudiado para evitar la disposición de balcones mal orientados, con el fin de que constituyan de verdad una continuación funcional de la vivienda. Análogamente, el jardín, con los soportales de la planta baja, no es en absoluto accesorio sino que tiene la función de mostrar el edificio y de valorizar las zonas compartidas”.

Las fachadas se caracterizan por la alternancia de cuerpos llenos y saledizos: algunos volúmenes sobresalen de la fachada, remarcados por los antepechos de cristal retráctiles, dejando libre el trazo de la estructura en forma de portal, que comprende la terraza. “Los voladizos son los elementos que le dan realce al proyecto, de por sí sencillo desde el punto de vista planimétrico. Viseras parasol fijas, emplazadas en varios tramos de las terrazas, enriquecen el perfil de las fachadas de forma no solo estética, sino también funcional”. Para el revestimiento de las fachadas de gres porcelánico —la serie Clays en las tonalidades Sand y Cotton y el formato de 60 x 120 cm— se han adoptado dos técnicas de fijación: en determinadas partes de los balcones, los azulejos han sido encolados, mientras que a la altura de las paredes ventiladas se han fijado mecánicamente sobre estructuras de sostén. Concretamente, se ha utilizado el sistema de anclaje con ganchos ocultos que permite fijar la subestructura de sostén mediante abrazaderas y afianzar el azulejo sobre la superficie posterior con unos tacos especiales. “Las partes encoladas”, especifica Dominoni, “corresponden a áreas de servicio tales como los huecos de las escaleras o las partes que no requieren aislamiento. Para la fachada hemos tomado como base un formato de 60 x 120 cm, que hemos cortado para obtener tamaños menores con el objeto de crear un dibujo escalonado, que confiere dinamismo estético a los cuerpos llenos de las paredes. Los submúltiplos nos han permitido asimismo minimizar las mermas del corte de los azulejos”.

El gres porcelánico, además, influye en el comportamiento energético del edificio y en el tiempo de deterioro: “Formas más modernas, como por ejemplo el tejado plano en lugar de inclinado, exponen mayormente las fachadas de los edificios que, tratadas con enlucido, tendrían una vida breve”, concluye Dominoni.


Fotos: Saverio Lombardi Vallauri