Con Paolo Ciccioli, investigador asociado del Instituto de sistemas biológicos del Consejo nacional italiano de investigación (CNR), hemos hablado de qué aspectos es importante tener en cuenta para salvaguardar la salubridad del aire de los espacios que habitamos.
¿Qué substancias hemos de considerar más nocivas para la salud de los ámbitos que habitamos?
Los principales tipos de contaminantes del aire de los espacios interiores que hay que tener bajo control son dos: las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), que incluyen, entre otras, hongos y bacterias, y los compuestos orgánicos volátiles (VOC) que, al contarse por millares, no pueden abatirse todos de manera indiferenciada. Por ello se debe priorizar la eliminación de los más tóxicos. Dentro de los contaminantes de ámbitos interiores también hay que incluir los virus que se difunden mediante gotitas (droplets) de tamaño relativamente grande (de 5 a 5000 micras), y por tanto pueden eliminarse empleando esos mismos sistemas capaces de abatir las partículas en suspensión PM2,5.
En el mercado hay varios sistemas dinámicos de abatimiento de los contaminantes presentes en lugares cerrados (instalaciones de filtrado y depuración), pero el problema mayor es que no existe un método para determinar y certificar sus prestaciones reales. El reto de los próximos años será precisamente establecer en el ámbito internacional un método que permita evaluar y validar sus campos de aplicación y su correspondiente eficacia.
¿Cómo hemos de comportarnos para estar razonablemente seguros de que el espacio que habitamos es salubre?
Debemos tranquilizar a quien nos lee. Si en una vivienda se limpian las superficies interiores con substancias tales como hipoclorito de sodio, agua oxigenada o vapor, y se ventilan con frecuencia las habitaciones, la cantidad de substancias tóxicas con las que podamos entrar en contacto va a ser muy reducida, y los riesgos para la salud se verán limitados de modo considerable. Otra buena medida consiste en revestir las superficies con materiales bacteriostáticos y bactericidas con el fin de garantizar la higiene constante de anaqueles, paredes y pavimentos, que en cualquier caso deberán limpiarse periódicamente.
Para higienizar el aire también puede utilizarse ozono, que para ser eficaz habrá de aplicarse en altas concentraciones, razón por la cual el local tendrá que ser debidamente ventilado después del tratamiento. Los rayos UV-C son otro sistema eficaz, si bien no actúan en las zonas de sombra y resultan nocivos para el ser humano, motivo por el cual solo pueden usarse cuando no haya personas presentes.
¿Dónde es necesario aplicar las tecnologías de abatimiento para garantizar un aire de buena calidad?
Es conveniente emplear sistemas dinámicos de abatimiento en lugares a los que concurran muchas personas, como oficinas, supermercados, estaciones, aeropuertos, fábricas y medios públicos de transporte. Tales sistemas pueden ser tanto independientes como centralizados, integrados en los sistemas de ventilación y aire acondicionado. Se recomienda instalarlos en viviendas situadas en áreas urbanas contaminadas, en las que la ventilación no siempre permite disminuir los contaminantes.
Las tecnologías disponibles en la actualidad son numerosas: el paso a través de filtros sólidos o soluciones líquidas o el tratamiento con plasma frío ionizante y rayos UV-C. Sin embargo el espectro y la composición de los contaminantes es tan amplio que ninguna de estas tecnologías, por sí sola, es capaz de purificar e higienizar el aire por completo. Por esta razón se están estudiando y fabricando sistemas que combinan la aplicación de varias tecnologías a la vez.