El Museo del Amaro Lucano de Pisticci, situado en la provincia de Matera, es el nuevo hogar de la marca que simboliza “lo italiano” en todo el mundo.
Una familia de empresarios —que ya va por la cuarta generación— ha decidido renovar un antiguo espacio para dedicarlo a la historia de la marca y el producto que realiza desde finales del s. XIX. Así es como nace el Museo del Amaro Lucano de Pisticci, situado en la provincia de Matera, en el sur de Italia. Un lugar que habla sobre el pasado, pero que también tiene mucho que decir sobre el futuro.
Inolvidable es el anuncio de la marca, con su icónica pregunta “¿Qué más se le puede pedir a la vida?” y la respuesta pleonástica “¡Un Lucano!”, referida al célebre licor amargo de Pisticci.
Un deseo que cumple 126 años, desde que, en 1894, Pasquale Vena prefirió no irse con sus hermanos a América, sino dedicarse a la pastelería y al arte de las infusiones en alcohol para experimentar con lo que, tras numerosos intentos, hubo de convertirse en uno de los licores amargos más famosos del mundo. Sin duda alguna era el preferido de la familia Saboya, que le otorgó a Vena el título de Cavaliere, y escogió a su empresa como proveedora oficial de la Casa Real.
En 2010, la familia decidió reformar los espacios de producción, construidos en los años sesenta, para realizar el museo+tienda de la marca.
El concepto de los nuevos espacios fue elaborado por el estudio canadiense GPAIA – Giannone Petricone Associates. Del proyecto ejecutivo y la dirección de las obras se encargó el arquitecto Domenico Martino, del estudio de arquitectura que lleva su nombre, con oficinas en Milán y en la propia localidad de Pisticci.
El recorrido con rumbo a la historia y la pasión por la marca, emblema del saber hacer italiano, empieza en el jardín de plantas aromáticas del patio, donde es posible mirar, tocar y oler las treinta hierbas que componen la infusión Lucano.
En el primer bloque de entrada, accediendo desde el jardín de hierbas, se encuentra la zona de venta, un depósito, la cocina, una sala de reuniones y la sala de degustación. En el centro del espacio destinado a la venta hay una barra que crea una especie de recorrido obligatorio para visitar y degustar los productos de la empresa, además de acoger las experiencias más actuales de mixología, es decir, el arte de preparar bebidas mezcladas.
Cruzando el jardín se accede al espacio expositivo, donde la historia de Lucano está representada en una gran pared de madera que remite a la morfología de la tierra donde nació la empresa, las cárcavas: surcos formados por la erosión, estrechos y profundos, típicos del territorio de Matera. Aunque, en realidad, todos los ambientes constituyen una narración del territorio y la tradición, realizada por medio de los materiales. El elemento identitario, colocado en el suelo, es Mystone Ceppo di Gré20 de Marazzi, que se inspira en la roca típicamente italiana, caracterizada por la inclusión de grandes cantos.
Estas placas de gres porcelánico tienen un grosor de 20 milímetros que les brinda la versatilidad y resistencia al tránsito peatonal necesarias para poder colocarlas tanto en interiores —en lugares muy frecuentados— como en exteriores, encoladas o bien en seco sobre grava. Así se ha hecho en los espacios del museo en los que los proyectistas han utilizado este acabado, en la variante de color antracita, como elemento unificador para los espacios expositivos y los caminos del jardín de hierbas.
Las superficies de madera irrumpen en las placas grandes de gres y definen una trayectoria que también deja espacio para los elementos de cobre, otro material de la memoria que desde siempre está presente en la empresa, en las zonas históricas de producción. El metal lo volvemos a encontrar en los grandes portales de entrada, hechos de carpintería metálica y pintados de negro y rojo, los colores de la marca. Esta referencia constante a la tierra, a sus recursos naturales, también es una fuerte característica distintiva de los espacios del museo, un recorrido expositivo tecnológico e interactivo, un viaje por cinco áreas temáticas: el territorio de Lucania, la historia del licor amargo, las campañas publicitarias que determinaron el éxito de la marca, los procesos de transformación de las hierbas y, por último, la Pacchiana, una figura femenina que distingue a la marca y que lleva el traje tradicional de Pisticci.