News
El proyecto de la nueva sala de exposición de Londres, lugar de encuentro y colaboración entre Marazzi y los proyectistas, directamente en el corazón de Clerkenwell
tiempo de lectura: 5 minutos

La nueva sala de exposición, ideada por Lorenzo Baldini y Antonio Pisano del estudio Marcel Mauer, se desarrolla en tres plantas, cada una con una vocación y una finalidad propia
Crear un lugar único, que al mismo tiempo sea un espacio de colaboración con diseñadores, una plataforma para eventos culturales y un gran archivo de materiales. El concepto de la sala de exposición de Marazzi en Londres nace con este objetivo en la visión de los arquitectos Lorenzo Baldini y Antonio Pisano del estudio Marcel Mauer, quienes imaginaron una vocación diferente para cada planta: desde actividades públicas en la planta baja para dar la bienvenida y sorprender, a los espacios de trabajo en la primera planta que valorizan la luz natural y el subsuelo transformado en caveau.
La entrada captura la mirada y comunica una ruptura. Un portal, una verdadera segunda fachada que crea un espacio teatral: las placas de gres se encajan en una composición de gran fuerza que comunica precisión, atención a los detalles e innovación. El material cerámico es protagonista y fondo a la vez, y la instalación no es solo un modo para mostrar el producto sino que se vuelve un medio de narración, una ocasión para contar una historia y comunicar una sugestión.
Una vez superado este segundo umbral se llega al ambiente principal, un espacio acogedor inspirado en el teatro antiguo, donde macizos escalones ascienden hasta el techo obligando a mirar el material no solo como un revestimiento sino también como un volumen. Estos inesperados bloques son imponentes y parecen no estar en escala; sirven para ser mirados y como asientos para presenciar presentaciones y espectáculos. Cada escalón está realizado con un gres diferente: de imitación del cemento, del mármol y de la piedra, todos unidos por la gradación de colores desde el más oscuro hasta el más claro, uniendo el espacio y enfatizando su verticalidad. La cuarta esquina, en cambio, está ocupada por el volumen cilíndrico de la escalera, un gran tambor negro revestido con mosaico tridimensional.
El objetivo del espacio en la primera planta era crear un ambiente de trabajo flexible, luminoso y funcional, que al mismo tiempo permaneciera fiel a la atmósfera industrial de Clerkenwell. Para ello se han eliminado todas las divisiones internas creando así un gran espacio abierto, una combinación entre un taller artístico y un estudio de arquitectura. En este ambiente se extiende una mesa monumental de veinte metros, idónea tanto para el trabajo individual como en equipo. Blancas cúpulas suspendidas sobre la mesa definen zonas de trabajo diferentes asegurando el confort acústico.
Para el resto del ambiente se ha mantenido su aspecto histórico: la pared principal de ladrillo rojo caravista se vuelve un fondo perfecto para presentar los moodboards de materias cerámicas como si fueran grandes cuadros. Amplios ventanales cuadrados de acero se convierten en una ocasión para crear superficies de trabajo donde colocar ordenadamente placas de gres que se encuentran en la librería subyacente.
Descendiendo al subsuelo se encuentra una planta que cumple con su función de archivo así como de fruición y consulta. De ahí la decisión de crear una única pared-librería a medida con más de ciento cuarenta cajones que llegan hasta el techo y que contienen todo el catálogo de productos; con este simple recurso, el resto del espacio queda libre y disponible para el acomodo de invitados.
Foto: Paul Read











































