Receptáculo de historias, el café es un lugar en el que refugiarse, establecer nuevas relaciones, compartir.
Un punto de encuentro que parece atemporal, en el que el gres se convierte en paradigma proyectivo, a la vez estructural y decorativo.
Bienvenidos al Caffè Marazzi. Un lugar acogedor en el que darse cita que parece estar fuera del tiempo, pues en el mismo se produce una surreal fusión entre el espíritu de antaño y el presente-futuro tecnológico. Entre sus paredes resuena el eco de una refinada tradición de hospitalidad —fundamento de la identidad europea— que en los dos últimos siglos ha venido convirtiendo los cafés en centros casi míticos de producción intelectual, encuentro, a medio camino entre lo bohemio y lo vanguardista, de artistas y literatos, escenarios únicos de contacto social y art de vivre. Este espacio reelabora en clave contemporánea los rasgos estilísticos típicos de los cafés clásicos, que ya han pasado a formar parte del imaginario colectivo: taraceas marmóreas, espejos, latón, mesitas de superficies preciadas, butacas de terciopelo. Sin embargo, lejos de poner en escena nostálgicas y artificiosas atmósferas de otros tiempos, se presenta como expresión dinámica y emocional de la más avanzada cultura industrial de los materiales y espejo de la sociedad actual. Una sociedad que vive de modo transversal los espacios colectivos, como el café, que hoy incluso puede llegar a ser un extemporáneo lugar de trabajo.
La arquitectura, que se muestra en apariencia como un precioso cofre lítico, en realidad es —casi como una especie de creación de papiroflexia— una articulada composición de placas cerámicas de tamaño gigante. El gres de la colección Grande (Marble, Stone y Resin Look) aquí se convierte en paradigma proyectivo, estructural y decorativo a la vez, conformando fondos de trazo zigzagueante que modulan el ámbito y le infunden intensas vibraciones táctiles y cromáticas. En los dos lados, las paredes se ven animadas por composiciones geométricas multimatéricas: piedras, mármoles antiguos y modernas resinas dialogan, se alternan, se espejan, se superponen y generan efectos tridimensionales en un caleidoscópico tapiz cerámico de aire techno-déco.
Los mármoles son los más nobles, hoy día insólitos, profundamente arraigados en el patrimonio arquitectónico italiano, del Verde Aver del Valle de Aosta al Calacatta Vena Vecchia de la Toscana, hasta el más exótico Sahara Noir, cuyo negro intenso se ve surcado por estrías blancas y doradas. Sus vetas y tonalidades reviven, en la era de la reproducibilidad digital de la naturaleza, más nítidas y sostenibles que las de la materia original. Como también las tonalidades profundas de la Pietra di Vals o las jaspeadas de color cobrizo del Gris du Gent, materiales que, con una simple variación de grosor, experimentan una metamorfosis: de revestimiento para paredes a superficie de las mesitas. La barra del bar, que destaca sobre el fondo de tema naturalista (poética excepción a la regla geométrica del aparato decorativo), con su volumen de cerámica de efecto mármol Calacatta Vena Vecchia, confirma la versatilidad del material al pasar de la dimensión de la arquitectura a la esfera de la decoración. Y, como un “lienzo neutro”, puede hacer las veces, asimismo, de soporte para los virtuosismos de la impresión digital.
En el Caffè Marazzi la cerámica es a un tiempo escenario y substancia, experiencia estética y técnica. Que compartir.