Desde hace más de un siglo, la I+D se ocupa de controlar la propagación de bacterias y microbios en los espacios donde vivimos. Hemos hablado con Luigi De Nardo, profesor titular de Ciencia y Tecnología de los Materiales del Politécnico de Milán, sobre un próximo cambio de paradigma: desde los materiales hasta los sistemas de detección.
La emergencia sanitaria ha empujado la producción hacia los materiales bactericidas y bacteriostáticos. La investigación en este sector comenzó hace ya mucho tiempo: ¿cuándo y en qué ámbitos?
Desde finales del siglo XIX, se han aportado muchas innovaciones con el fin de reducir y mantener bajo control la proliferación microbiana en los hogares, los lugares de trabajo y los espacios donde hacemos nuestra vida cotidiana.
Un producto, una superficie antimicrobiana, es un agente químico o físico capaz de matar los microorganismos o de inhibir su proliferación. Los agentes que matan los organismos se denominan «-cidas», con un prefijo que indica el tipo de microorganismo involucrado. Los agentes que no matan, sino que se limitan a inhibir la proliferación, se llaman «-státicos» (por ejemplo, los materiales bacteriostáticos, fungistáticos o virostáticos).
En este sentido, los primeros esfuerzos estaban dirigidos a comprender cómo sanear las superficies con agentes químicos o físicos y a investigar materiales que fueran compatibles con estos agentes, que a menudo eran agresivos.
Durante la década de los años 70, con la sistematización del estudio de la interacción entre los materiales y los tejidos para la medicina, se desarrollaron las primeras soluciones de superficies antibacterianas que ofrecían cierta eficacia. Durante los últimos treinta años, los estudios se han extendido de forma sistemática a todos los ámbitos, incluido el de la construcción, y se han desarrollado soluciones eficaces y eficientes que ahora están disponibles en el mercado.
¿Cuáles son las tecnologías que actualmente permiten crear superficies fáciles de higienizar?
Existen diferentes tecnologías que permiten controlar la carga bacteriana presente en una superficie. El enfoque principal es, sin duda, el de facilitar la higienización, por lo que se utilizan materiales que sean compatibles con los líquidos desinfectantes y que, por su diseño y realización, no presenten zonas de adherencia y proliferación de difícil acceso.
También existen superficies que son capaces, más o menos activamente, de impedir la proliferación o de generar una acción antibacteriana.
A tal efecto, los planteamientos principales son tres: superficies con una estructura que dificulte la adherencia y la proliferación (por ejemplo, con dibujos superficiales); superficies con elementos antibacterianos de liberación mantenida y prolongada, como los iones de metales con función antibacteriana; superficies que fomentan un mecanismo bactericida cuando son activadas por un estímulo externo, como las superficies con acción fotocatalítica.
¿Qué podemos esperarnos en el futuro? ¿Qué innovaciones veremos en este campo?
Para quienes se ocupan de la tecnología, el futuro siempre es portador de innovaciones que mejoran la vida de las personas… y en estos momentos tan difíciles es importante recordarlo.
Los momentos de crisis nos sitúan ante la necesidad de reevaluar las prioridades de la investigación. Por tanto, en el futuro próximo creo que surgirán soluciones adaptadas al problema. A largo plazo, en cambio, veremos una nueva forma de proyectar que tenga en cuenta de forma más exhaustiva y sistemática el tema de la higienización, mediante la integración de soluciones activas, tecnologías capaces de medir, indicar el tipo de intervención necesaria y controlar las tendencias de crecimiento.