En los años 80, el Crogiolo era el centro de investigación donde Marazzi experimentaba libremente con técnicas artesanales y artes aplicadas al material cerámico. Con una perspectiva muy alejada del taller «nostálgico», representaba un lugar donde se fraguaban ideas que se adelantaban a su tiempo y que promovían la difusión de cultura material.
Mientras el gres porcelánico alcanzaba elevados estándares tecnológicos y una producción industrial cada vez más eficiente, Marazzi llevaba a cabo paralelamente una investigación que profundizaba en la naturaleza artesanal de la cerámica. En los años 80, Filippo Marazzi júnior dedicó la primera nave industrial de la empresa en Sassuolo, que había sido construida en los años 30, al nuevo centro de investigación: el «Crogiolo». Allí se dieron cita durante una década artistas, arquitectos y ceramistas internacionales para experimentar libremente con usos creativos del material, a partir de la tradición y de las artes aplicadas. Ahora, con el nombre Crogiolo, Marazzi lanza un tipo de cerámica que redescubre los conocimientos artesanales y la manualidad de los ceramistas: materiales cálidos y superficies táctiles para azulejos de formato pequeño que se inspiran en las imperfecciones de la elaboración manual. La colección Crogiolo saca a la luz una historia durmiente que nos recuerda el papel fundamental que tuvo la empresa en la producción y la difusión de cultura material.
El Crogiolo era una fragua de experimentación aplicada «para ahondar en las posibles alternativas de uso de la cerámica» —como reza el folleto de 1980—, en la que se introducían soluciones artesanales, formas e ideaciones gráficas en los procesos de producción industrial, gracias a la estrecha colaboración de diseñadores y artistas con los ceramistas de la empresa. Nacieron así azulejos de formato pequeño con partes en relieve, relieves con decoraciones, formas modulares, tricromías o superficies matéricas, realizadas con técnicas artesanales e incorporadas en revestimientos cerámicos industriales. También se asistió a la inclusión de nuevos patrones de decoración que elevaban la simple figuración a una especie de ciclo narrativo o herramienta con la que crear lienzos escenográficos. Se estableció un vínculo profundo entre el diseño, entendido como fórmula de investigación artístico-estética, y la técnica, entendida como herramienta de producción. Y el azulejo se convirtió en un medio de expresión que da ritmo a las superficies, que dilata y define los espacios.
Aun sabiendo que tan solo una mínima parte de las propuestas surgidas del Crogiolo se podría dedicar a la producción en serie, la empresa reconocía su intenso estímulo intelectual y su relevancia cultural. En los años 80, la cerámica era interpretada con libertad por artistas e ilustradores tales como Roger Capron, Amleto Dalla Costa, Original Designers 6R5 (G. Bossi, F. Roggero, B. Rossio), Saruka Nagasawa o Robert Gligorov, y por fotógrafos como Luigi Ghirri, Cuchi White y Charles Traub.
Con el ceramista Roger Capron, el Crogiolo se pregunta por la relación entre la unicidad y la producción en serie, el arte y la industria. Juntos crean azulejos imperfectos, piezas únicas de gres cerámico blanco de 30×30 cm, realizadas en monococción (1200 °C), en cuyo soporte aún crudo se extienden óxidos coloreados, difuminados con los dedos o rasgados con un buril para definir su contorno, o bien se aplican serigrafías en los fondos para crear dibujos en la baldosa. Las decoraciones se caracterizan por animales y objetos de uso cotidiano que animan las superficies con su poesía delicada y naíf.
Con Amleto Dalla Costa, el centro de investigación estudia el tema de la serigrafía como el arte de multiplicar la obra pictórica y la decoración como ilusión. Dalla Costa no diseña un solo azulejo sino un mural de cerámica formado por módulos esmaltados de 30×30 cm, en los que se alternan colores lisos con siluetas de mujer a escala natural, protagonistas del ambiente. La mujer con el gato forma parte de un ciclo que se podría definir como «narrativo», casi pensado como recuadros en episodios. De esta forma, la cerámica se convierte en un lienzo blanco en el que expresarse y donde jugar con el espacio, que se transforma en una escenografía teatral.
Mediante el revestimiento de suelos y paredes, el espacio habitado se puede transfigurar, pueden abrirse espacios ilusorios a través de fondos de color y decoraciones imaginarias. Es lo que ocurre con la línea diseñada por el grupo milanés Original Designers 6R5, que propuso una serie de azulejos monocromos de monococción (31,5×35,5 cm), lisos o con efectos en relieve, que se combinaban con dibujos de árboles divididos en seis partes. Una investigación bien expresada en su campaña publicitaria de 1982: «Han nacido en el Crogiolo. Eso significa que son cerámicas distintas de todas las demás: porque en el Crogiolo hemos estudiado nuevas tecnologías. Imaginado nuevas relaciones entre la forma y el color. Repensado completamente la función decorativa que puede tener la cerámica. Porque en el Crogiolo hemos redescubierto la cerámica».